La Continuidad de negocio es mucho más que una idea, es una buena práctica convertida en un estándar e indexada en una norma. Si bien el producto de ese trabajo se traduzca en un documento maestro para aumentar la resiliencia, la Continuidad de negocio está signada por ¨el Propósito¨ y alrededor de él se conjugan los procesos, recursos, procedimientos para reestablecer y recuperarse, que siguen siendo medios útiles pero que son una campana sin resonancia, si no está alineado con el deseo de seguir y mantenerse ante las adversidades.
Mas allá de los estándares que nos ofrecen las normas y las matrices, es la Oportunidad de considerar los riesgos en el diseño, ejecución y monitoreo de la estrategia de valor, al redefinir los negocios y avizorar escenarios reales, sin abandonar el propósito de continuar, suplantándolo por el de ¨sobrevivir¨, como el que estamos viviendo actualmente.
Así la vuelta a la normalidad, en el mejor de los escenarios, no provoque la desaparición de la compañía, se requiere de un equipo con experiencia en la elaboración y en la ejecución de simulacros, para evitar en la medida de lo posible las improvisaciones, considerando una estrategia que recoja los aprendizajes y los incorpore, involucrando todos los grupos de interés y trabajar en su formación para la participación, superando los límites de la disponibilidad de infraestructura, la gestión del conocimiento, la operación remota y los niveles de servicio.
La promesa de valor de la empresa entonces se reforzará con una actitud propositiva, superando los eventos disruptivos y ganando experiencia a partir de ellos, lo que terminará propiciando un entorno de resiliencia desde la normalidad, preparándose para la disrupción.